UCIRI: el café que plantó cara a los caciques mexicanos

El Comercio Justo es mucho más que una red alternativa: es una herramienta para luchar contra la pobreza y mejorar la vida de millones de personas en todo el mundo.

Y también es una herramienta para proteger el suelo, respetar los ciclos naturales de la siembra y la cosecha y garantizar productos de calidad, ecológicos y cultivados con mimo.

El café cultivado por Rosendo, uno de los protagonistas del Comercio Justo, es un buen ejemplo de ello. Así nos cuenta cómo se desarrolla su trabajo, en las montañas de Oaxaca:

Montañas de Oaxaca, México, en donde está UCIRI

 En la época de la cosecha, recogemos los frutos maduros y los pelamos. Con la piel hacemos compost para mantener fértiles nuestras tierras. Cuando han pasado 24 horas, lavamos los frutos pelados y los extendemos sobre panca [hoja de maíz] o en piso de cemento para que se sequen. Cuando cada pequeño productor tiene unos 50 o 100 kilos de café pergamino, café seco, lo trae a la bodega comunitaria”.

La Unión de Comunidades Indígenas del Itsmo. Organización pionera.

Rosendo es uno de los pequeños productores que forman la Unión de Comunidades Indígenas del Istmo (UCIRI), la organización cafetalera más antigua del estado mexicano de Oaxaca, uno de los tres principales estados productores de café en México, junto con Chiapas y Veracruz. UCIRI es pionera en la producción orgánica y un referente en la historia organizativa de los pequeños productores de café del país.

Mujeres de la organización mexicana de Comercio Justo UCIRI conversando

UCIRI es una organización pluriétnica, integrada por indígenas zapotecos, mixes, mixtecos, chontales y chatinos del istmo de Tehuantepec. Todos ellos cultivan café arábica orgánico, que llega a nuestras tazas a través de las redes de Comercio Justo.

Una vez recolectado el café de Comercio Justo, el tesorero de la comunidad de Rosendo se lo entrega a UCIRI, al igual que el resto de las comunidades asociadas a esta organización campesina. Después, se encarga de repartir entre los cafetaleros el dinero obtenido.

“Trabajar con UCIRI nos ayuda porque nos facilita el transporte -que nosotros, los pequeños productores, no tenemos- y nos da más fuerza en los mercados”,subraya.

La unión hace la fuerza… contra los caciques

UCIRI se fundó en 1982 con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas y de generar alternativas económicas que fueran respetuosas con el medio ambiente.

En este vídeo dos de los fundadores de UCIRI, Margarito Ruiz y Frans Vanderhof, explican cómo en aquella época el peor enemigo al que se enfrentaban las personas campesinas de esta zona no era la dureza que supone recolectar el café, sino “los coyotes”. Así llaman a los caciques e intermediarios, que fijaban unos precios irrisorios para el café, lo pagaban cuando les venía en gana y tenían sumida a la población en la explotación y la pobreza.

Además del bajo precio del café y la consiguiente insuficiencia de sus ingresos económicos para satisfacer sus necesidades, los indígenas se enfrentaban también a la imposibilidad de ser sujetos de créditos bancarios y a la falta de servicios básicos en sus comunidades: agua potable, energía eléctrica y transporte.

En 1973 el Instituto Mexicano de Café y el banco Banrural empezaron a ofrecer asistencia técnica y créditos a los pequeños productores, pero el sistema no funcionó y se saldó con el endeudamiento de los agricultores.

Para hacer frente a esta situación, los cafetaleros de la zona decidieron organizarse a principios de la década de 1980 y buscar clientes que adquirieran sus cosechas en mejores condiciones y con mejores precios.

Pero no creas que el proceso fue sencillo. ¡Todo lo contrario!.

Por el camino se perdieron incluso varias vidas, pueslos caciques que habían estado explotando a la población indígena del istmo de Tehuantepec asesinaron a varios integrantes de UCIRI y a transportistas que trabajaban para ellos con el fin de amedrentar a la población campesina.

UCIRI y su apuesta por el Comercio Justo

Trabajador de UCIRI colocando sacos de café de Comercio Justo en el almacén

Pese a todas las dificultades y gracias a los créditos que les concedió el Banco Ecuménico de Desarrollo, los productores agrupados en UCIRI pudieron comprar vehículos para hacerse cargo del transporte del café, que había estado también en manos de las mafias caciquiles. Con parte de los beneficios de los socios construyeron también un almacén para el café.

En busca de un mercado para su producto, los miembros de la Unión de Comunidades Indígenas del Istmo contactaron con redes europeas de lo que se llamaba entonces “comercio alternativo”. En 1989 varios representantes de la organización viajaron a Holanda y crearon la primera iniciativa de sello de calidad de Comercio Justo (el sello Max Haavelar), precedente del sello FairTrade de Comercio Justo.

Gilberto Alfaro, uno de los trabajadores de UCIRI

“Al oír hablar de Comercio Justo, hay quien piensa que alguien de arriba lo estableció -precisa Gilberto Alfaro, otro fundador de UCIRI-. Pero lo estableció la gente de la montaña hacia allá arriba para que sea un regulador de precios de los campesinos organizados”.

En opinión de su compañero Frans Vanderhof, lo más significativo del Comercio Justo es que introduce la democracia en el mercado, ya que el precio mínimo del producto se fija a través de un acuerdo entre las personas productoras y las consumidoras. Además, cree que dignifica a las poblaciones indígenas, que se sienten orgullosas de haber tomado las riendas para mejorar su futuro.

Construcción de escuelas y centros de salud

Pero, además de empoderar a la población del istmo de Tehuantepec y promover el desarrollo local de forma sostenible, el trabajo de UCIRI incide directamente en el bienestar de todas las personas que viven en esta zona, ya que parte de los beneficios de la organización son destinados a financiar proyectos que benefician a toda la comunidad, como escuelas, centros de salud, rutas de autobús y tiendas comunitarias.

Dos trabajadores de UCIRI metiendo café en sacos

Gracias a que hace cuarenta años el campesinado de este rincón de las fértiles montañas del estado de Oaxaca decidió unirse para hacer frente a los abusos de los caciques, más de 4.000 familias viven hoy en condiciones más dignas, a pesar de que no cuentan apenas con apoyos por parte de las autoridades mexicanas y de que los “coyotes” han sido sustituidos por grandes multinacionales, a las que también deben hacer frente.

 Pero, además, gracias a su iniciativa, el Comercio Justo es hoy una red global que está mejorando la vida de millones de personas en todo el mundo.

Tú puedes formar parte de ella no solo adquiriendo los productos que distribuye, sino difundiendo sus valores y la historia de sus protagonistas.

 

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