Café de Comercio Justo: mejor para ti, mejor para los demás, mejor para el planeta
Casi seguro que el café es un producto que no falta en tu lista de la compra, pero...
¿Te has preguntado alguna vez de dónde procede y qué viaje ha realizado tu café desde las plantaciones tropicales hasta llegar a tu despensa?
¿Sabes que puedes contribuir a mejorar la vida de miles de personas y comunidades a través de un gesto tan cotidiano como tomarte un café?
El café en el mundo. Una realidad amarga.
Cada día se consumen más de dos mil millones de tazas de café en el mundo. ¡Con razón el café es el segundo producto primario legal de mayor comercialización en el mercado mundial! Tan solo lo supera el petróleo.
El cultivo del café es el principal sustento para más de 25 millones de personas en alrededor de 80 países de la zona intertropical. La mayoría de ellas son pequeñas productoras que reciben una parte ínfima de los 200.000 millones de beneficios anuales que genera el comercio de café a escala mundial. Sus condiciones laborales son muy precarias y con frecuencia viven por debajo del umbral de la pobreza, con ingresos hasta un 40% por debajo del salario mínimo de subsistencia.
Y nos referimos a “las productoras” de café, en femenino, porque el 70% de las labores agrícolas son desempeñadas por mujeres, que cobran menos que los hombres y que en muy raras ocasiones son propietarias de las plantaciones.
Además, se estima que el trabajo infantil representa cerca del 10% del trabajo empleado en las plantaciones de café.
Multinacionales y mercados de valores
Desde que se recoge en la plantación hasta que llega hasta tu taza, el café pasa por muchos intermediarios. Es en las últimas fases de producción -tostado y comercialización- donde se genera su mayor valor añadido. Y son estas últimas fases las que están en manos de unas pocas multinacionales de la alimentación.
Según una investigación difundida por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, el consumo mundial de café se estimaba en 9 millones de toneladas, y generó un valor de 200 mil millones de dólares. ¿Adivinas quiénes obtuvieron los mayores beneficios? Las grandes multinacionales, con Nestlé a la cabeza, que concentran el 80% de la venta de café para consumo domiciliario.
El café cotiza en bolsa: su precio se fija a escala mundial en función de su fluctuación en los mercados de valores- en los que es uno de los productos que más se cotizan- . Entre 1994 y 2017, la fluctuación del precio del café en los mercados de valores benefició a las grandes empresas de tueste y comercialización de café con un aumento de 1.177 millones de sus ganancias, mientras que al primer eslabón de la cadena apenas llegaron 64 millones, devaluados, además, por las altas tasas de inflación de los países de origen del producto.
El sistema es más injusto cuanto menor es el formato en el que se vende el café: mientras que un agricultor o agricultora de Perú, por ejemplo, puede llegar a recibir el 11,6% del precio de un paquete de café molido, la cantidad se reduce al 2,7% cuando se trata de cápsulas monodosis.
Daños medioambientales del cultivo del café
A la falta de equidad del mercado convencional se suma, además, el enorme impacto medioambiental que tiene su producción a gran escala. La deforestación es una de las consecuencias más graves.
La creciente demanda de café está provocando desde hace unos años la tala masiva de árboles para aumentar la producción a corto plazo en las grandes plantaciones, lo que provoca, además de erosión, pérdida de biodiversidad, de fertilidad y de humedad y regulación climática.
Además, en este modelo se impone el monocultivo, que precisa el uso de grandes cantidades de productos químicos de síntesis y propicia la aparición de plagas resistentes.
El consumo de café está creciendo en todo el mundo. Un estudio de 2017 de la Universidad de Jimma (Etiopía) calcula que para cubrir la demanda que se prevé en 2050, la superficie de cultivo de este producto debería incrementarse 2,5 veces, lo que agravaría los efectos adversos que ya están apreciándose. A la vez, el cambio climático repercute muy negativamente en la producción de café porque tiene como consecuencia una mayor duración de los periodos de sequía y un aumento de las lluvias torrenciales. Como ves, esta dinámica es de todo menos sostenible.
Si después de todo esto se te están quitando las ganas de tomar café… no te preocupes, porque hay alternativas para tomar un buen café sin que termine molido nadie.
La alternativa más ética y sostenible: ¡el café de Comercio Justo!
El café de Comercio Justo, a diferencia del café convencional, cuida de las personas y del planeta. Se obtiene en plantaciones de tamaño reducido pertenecientes a familias o a pequeñas comunidades que cultivan más productos y utilizan técnicas agrícolas tradicionales, lo que significa que respetan la biodiversidad, porque no talan los árboles y recurren a abonos y a métodos naturales para fertilizar la tierra y prevenir las plagas.
Además, el modelo de Comercio Justo garantiza que las organizaciones productoras tienen un funcionamiento democrático; que las personas que trabajan en ellas reciben un sueldo y disfrutan de unas condiciones laborales dignos; que existe igualdad entre hombres y mujeres; que no hay explotación infantil y que destinan parte de sus beneficios a mejorar la situación de sus comunidades invirtiendo en servicios que benefician a todos sus integrantes, como, por ejemplo, la puesta en marcha de escuelas.
En este vídeo puedes conocer de la mano de Martini del Carmen García, productora e hija de productores de la Cooperativa cafetalera de Comercio Justo Augusto César Sandino en Nicaragua, cómo pertenecer al movimiento del Comercio Justo ha mejorado su vida y la de su comunidad.
Por otra parte, la relación entre las personas productoras y las empresas o entidades comercializadoras e importadoras es horizontal y estable. Estas les pagan por adelantado una parte del precio acordado por la cosecha y tienen en cuenta sus necesidades y circunstancias.
El Comercio Justo permite que el dinero que reciben los productores y las productoras de café sea mayor que en el circuito tradicional: hasta un 26,7% del precio final del paquete de café molido de 250 gramos en el caso de Colombia, por ejemplo.
Por último, pero no menos importante, el café de Comercio Justo es de una calidad excelente.Y tienes un montón de variedades de café de Comercio Justo entre las que elegir (ya sea molido, en grano, en cápsulas biodegradables, o ¡hasta soluble!), lo que te permitirá disfrutar con cada una de diferentes matices y elegir tus favoritas.
Si no tienes claro en qué se diferencia un café natural de uno torrefacto, o cuáles son las características del café robusta o el arábica, en este artículo te lo contamos.
Lo que está claro es que, sea cual sea el tipo de café de Comercio Justo que consumas, va a repercutir favorablemente en la vida de muchas personas de países empobrecidos y va a frenar el deterioro del medio ambiente a escala local y global.
Por eso es bueno para ti, para los demás y para el planeta.